Neuropsicología Envejecimiento

El envejecimiento constituye una etapa fundamental en nuestro desarrollo evolutivo y como tal posee unas características específicas.

Al cumplir años, experimentamos cambios cerebrales anatómicos, celulares y químicos que sumado a nuestra forma de vida, nuestro estado emocional y el entorno que nos rodea, marcará con determinación el modo en que afrontamos los retos que trae consigo esta nueva época vital. 

Con el paso del tiempo sufrimos cambios en distintos órganos y sistemas corporales que son inherentes al envejecimiento. El cerebro no está exento de ellos. Se produce una reducción del tamaño del mismo, apareciendo los primeros signos de atrofia a partir de los 40/50 años. Cognitivamente, empeora nuestro rendimiento en ciertas áreas como la memoria o la velocidad de procesamiento, mientras las capacidades verbales suelen mantenerse mejor preservadas.  Existe un cierto deterioro en las funciones atencionales y ejecutivas (sobre todo de flexibilidad, formación de conceptos y pensamiento abstracto), en tareas de praxis constructivas complejas y en la integración visoespacial. 

Neuropsicología

Todos estos cambios son propios de la edad y no son en sí mismos “síntomas clínicamente significativos”, pero pueden afectar a la percepción que tenemos de nuestra propia calidad de vida. Sin embargo, no tenemos por qué conformarnos. Está demostrado que la capacidad de aprender no se pierde en la vejez, por lo que es importante mantenernos activos, despiertos, ágiles, rápidos y precisos en el desempeño de las actividades y tareas que forman parte de nuestra vida cotidiana. No perdemos en “capacidad de…”, sino en “interés hacia…”, por ello es importante mantener siempre las ganas, la ilusión y la certeza de saber que siempre podemos seguir aprendiendo e ilusionarnos con nuevos retos. 

Por todo ello, ante un cerebro en proceso de envejecimiento, es fundamental beneficiarnos de una intervención en estimulación cognitiva que nos permita por un lado, prevenir el posible deterioro cognitivo, y por otro, que promueva un buen estado emocional y psicológico.

Por otro lado, es cierto que la edad representa el principal factor de riesgo para el desarrollo de una demencia, definida como un síndrome plurietiológico que implica un deterioro intelectual respecto a un nivel previo, por lo general crónico y progresivo. Además, esta alteraciones tienen repercusión funcional en las actividades de la vida diaria del individuo y sus relaciones sociales. 
Tradicionalmente la demencia se diagnosticaba en fases avanzadas, aunque en los últimos años se ha demostrado la importancia de realizar un diagnóstico precoz y se ha hecho latente la necesidad de definir cada enfermedad neurodegenerativa de manera más específica, con el objetivo de identificar pacientes en riesgo o en fases iniciales. 

Desde AVANZO, trabajamos con pacientes de edad avanza, que se encuentran en fases iniciales de enfermedades neurodegenerativas. Se elabora un protocolo de intervención individualizado y adaptado a cada paciente, pudiendo trabajar de manera individual o en grupo.