Integración Sensorial
Definición
La base física del desarrollo humano radica en un correcto funcionamiento de nuestro Sistema Nervioso Central. Es necesario partir de la relación existente entre movimiento y aprendizaje para ayudar al niño a reorganizar su cerebro generando una correcta actividad perceptiva que le permita desenvolverse y adaptarse correctamente a la demanda del ambiente.
Los seres humanos percibimos la información del mundo que nos rodea a través de los sentidos. Procesamos la información que vemos, oímos, tocamos o saboreamos de manera inmediata y sin darnos cuenta.
Los niños necesitan integrar toda esta información externa que les hace posible formar una idea funcional de la realidad y les capacita para desenvolverse positivamente en su entorno cotidiano.
La integración de los sistemas sensoriales en los niños es el resultado de la eficacia de los procesos de organización del sistema nervioso que comienza en el embarazo y se desarrolla paulatinamente en las etapas tempranas de la vida humana.
La eficacia del funcionamiento de los sistemas sensoriales depende del desarrollo de estructuras conectivas dentro del cerebro. El cuerpo calloso es la estructura cerebral, que hace posible el desarrollo óptimo de las conexiones interhemisféricos necesarias para el procesamiento neurosensorial.
Al gabinete llegan niños con niveles intelectuales normales que sin embargo muestran dificultades de aprendizajes escolares o de relaciones con iguales, tras una evaluación neurofuncional hemos podido detectar déficit de comunicación entre los dos hemisferios cerebrales cuyos síntomas pueden ser motores, cognitivos y de lenguaje.
La neuroestimulación a través de circuitos de activación de movimientos nos permite trabajar directamente sobre las causas físicas que están impidiendo el desarrollo adecuado del niño, consiguiendo avanzar de manera más eficaz en trastornos como la dislexia, los trastornos por déficits de atención con o sin hiperactividad y en los trastornos del espectro del autismo, TEA.
Tratamiento y técnicas
En AVANZO observamos cómo reacciona el niño ante diferentes tipos de estimulación para poder determinar si presenta o no algún déficit en las conexiones cerebrales implicadas en cada proceso. Así trabajamos para potenciar un correcto desarrollo del sistema vestibular y propioceptivo muy relacionados con los aprendizajes y las respuestas de los niños.
El sentido del movimiento o vestibular, regula nuestro cuerpo cuando este se mueve. Se refiere a la capacidad de coordinación corporal cuando ejecutamos una acción en movimiento. “caminar, practicar un deporte, saltar a la comba, jugar, montar en bici, etc.”.
El sistema propioceptivo, nos permite conocer y mantener nuestra posición corporal en cada momento. Nos facilita la manipulación de objetos y favorece la destreza de nuestros movimientos. Nos da la oportunidad de saber nuestra ubicación en el espacio y está íntimamente relacionado con el sentido vestibular.
Todas las sensaciones que tenemos pasan a través del sistema vestibular, por lo que todos los demás sentidos, es decir lo que vemos, oímos, lo que sentimos, se percibirán adecuadamente si el sistema vestibular funciona de forma correcta.
Estas dificultades las trabajamos a través de circuitos de estimulación neurofuncional, con el fin de activar zonas subcorticales que son necesarias en el procesamiento de la información, zonas como el Cuerpo Calloso (conecta los dos hemisferios), el Cerebelo, el Sistema Límbico, implicado en la regulación de las emociones.
Signos de alerta
Los niños con dificultades en el procesamiento de la información sensorial suelen presentar alguna de las siguientes características:
- Dificultades en el procesamiento de la información visual. Convergencia, acomodación, seguimiento visual, etc.
- Dificultades en la integración auditiva. El niño no utiliza los sonidos para orientarse en el espacio o muestra problemas para localizar la dirección del sonido que percibe.
- Hipersensibilidad táctil. El niño muestra rechazo ante diferentes texturas en la ropa, se muestra reacio a que le corten el pelo o las uñas, no muestra demasiado agrado por el contacto físico, besos, abrazos e incluso lo rechaza.
- Dificultades en la integración vestibular. El niño rechaza actividades que impliquen movimiento, subir a alturas, correr, saltar, pillado. En el parque no quiere jugar con los iguales porque no puede seguir el ritmo del juego, es más lento, se cansa con facilidad, etc.
- Hipersensibilidad ante sonidos y/o luces de cierta intensidad.
- Falta de coordinación. El niño es torpe, tiene poco equilibrio, se cae con facilidad y tiene poca precisión motriz.
- Hiposensible a los estímulos. El niño busca continuamente estímulos, necesita cierta intensidad para regular su conducta.
- Hipersensibilidad alimentaria. El niño no tolera la textura de algunos alimentos, no quiere comer sólidos, rechaza ciertos sabores, etc.
- Falta de regulación en las pautas de sueño, le cuesta quedarse dormido, se despierta con facilidad, se muestra irritado a la hora de dormir.
- Falta de regulación emocional: Cambios bruscos del estado de ánimo, respuestas exageradas y poco congruentes con el estímulo desencadenante, rabietas, hiperexcitabilidad, apatía, etc.